En sus primeras investigaciones sobre procesos de cambio social, Bruyn descubrió que los métodos tradicionales de la ciencia no le servían para comprender la vida de sus sujetos, y que esta vida, expresada simbólicamente en el lenguaje cotidiano, en los objetos materiales, en los rituales, en la actividad artística, parecía exigir más bien una perspectiva semejante a la del novelista o el dramaturgo. Esto lo llevó a inscribirse en una de las dos "modalidades polares" (como él las denomina) de la metodología en ciencias sociales: la corriente opuesta al empirismo tradicional, que surge principalmente con Florian Znaniecki y William Whyte y ha recibido el nombre de "observación participante", entendiendo por ella, no una mera técnica de campo, sino una relación a la que no puede sustraerse el científico social si quiere que su perspectiva sea realmente "humana". Por su tratamiento exhaustivo de las dimensiones presentes en los estudios de campo de índole cualitativa, esta obra suma a sus valores teóricos la virtud de constituir una excelente guía de investigación.