Este trabajo da cuenta de una serie de investigaciones en torno a la problemática de la génesis del espacio y el rol que corresponde al cuerpo propio en esta génesis. En las fronteras de lo “interior” y lo “exterior”, de la representación y la expresión, del afecto y la percepción, el espacio imaginario corresponde a una amplia gama de fenómenos, normales o patológicos, cuya estructura íntima lleva el sello de esta ambigüedad esencial. Según la metapsicología freudiana, el espacio y el tiempo no se sitúan en el mismo plano de nuestra experiencia, emparentándose más bien con dos sistemas psíquicos perfectamente distintos. Aunque el inconciente desconozca el orden cronológico, no puede prescindir de la simbólica espacial para expresar el tiempo y dar a la duración sus figuras sensibles. Y esta mutación del tiempo en espacio exige que uno y otro se reduzcan a sus elementos comunes, que son las coordenadas del espacio corporal, y que definen todo proceso de simbolización.