Publicado en Diario El Correo
"Como la política se ha convertido en una olla de emociones siempre a punto de estallar, conviene preguntarse por el lugar que en este campo corresponde a las pasiones, y también a las compasiones. Éste es el empeño al que se enfrenta la ensayista francesa Myriam Revault D’Allonnes en ‘El hombre compasional’. Desde antiguo se sabe que los sentimientos colectivos –hoy partidistas e ideologizados tanto a la derecha como a la izquierda– proporcionan una deseable cohesión entre la estructura política, del tipo que sea, y los gobernados. De ahí el recurso al patriotismo y a su retórica inflamada, y que Tocqueville criticase el cálculo egocéntrico y el deseo de bienestar y seguridad individual como disolventes de la comunidad en la era democrática. El mismo Tocqueville argumentó que la igualación democrática fomenta la compasión, el sentir todos por igual, la piedad con los semejantes y no de arriba a abajo, como en el Antiguo Régimen. A los políticos actuales esto no se les ha pasado por alto, y lo han convertido en una estrategia de publicidad, de modo que pelean por aparecer en la foto junto al débil, al discapacitado, al enfermo. Es la hipertrofia sentimental propia de la política-espectáculo."