Publicado en Revista de Psicoterapia y Psicosomática, Vol. LII, N° 151
"Gilles Deleuze se encuentra enmarcado en esa reacción alternativa a Marx, Hegel y la fenomenología que algunos autores del pensamiento francés de los años sesenta proponían planteando una teoría de la diferencia sustraída de esquemas unificantes y sintetizadores. Se puede decir, sin lugar a dudas, que Diferencia y repetición resulta ser una de esas obras emblemáticas de aquel periodo y, por extensión, de todo el proceso de cambio que venimos experimentando globalmente en nuestros días. Sin duda la explosión de la diferencia como contrapartida siempre afirmativa a la negación de un concepto dialéctico permanentemente lastrado por la nostalgia de la síntesis unificadora y abstracta hace que la revitalización del pensamiento no representacionista abra horizontes antes insospechados para la crítica. Deleuze, como él mismo señaló en alguna ocasión, intentó con Diferencia y repetición y también con Lógica del sentido, que algo se agitara en su interior tratando que la escritura se convirtiera en un flujo y no en un código. A pesar de creer que aún eran libros excesivamente lastrados por el pesado aparato universitario era consciente de la obligada liberación a la que le sometió la lectura de Nietzsche y que tuvo su efecto en estas obras posteriores. Foucault, Derrida, Deleuze y, en otro contexto, Lyotard, terminaron definitivamente por convertirse en la original consecuencia del estallido genealógico de la metafísica. Se podría decir que tras la fiebre de hace algunos años sobre el debate posmoderno, gestado precisamente en el seno de las aportaciones de estos autores señalados, entre otros, hoy somos capaces de percibir con más serenidad el auténtico alcance de su influencia. No se trataba de una cuestión de terminologías, ni mucho menos, sino del brote espontáneo de un síntoma multidiscursivo que quiere expresar el tránsito cultural sobre el que aún habitamos. Ello es lo que hace que esta ejemplar edición castellana de este libro que nos presenta Amorrortu sea tremendamente oportuna. Quizás en contraposición al silencio en el que murió Deleuze hoy es preciso recobrar su figura como parte especialmente significativa a ineludible de esas claves posibles de comprensión de nuestro tiempo. Diferencia y repetición marcada de raíz por una intención genealógica del pensamiento, quiere oponerse abiertamente a toda exigencia de la representación. El que desde Platón se haya impuesto de forma inapelable la identidad entre lo verdadero con lo que se presenta supone la reducción de todo a un ""mismo"" modelo originario que disuelve toda diferencia. Sólo una anulación de la oposición esencia?apariencia permitirá liberar el simulacro y lo impermanente para afirmar la diferencia en sí misma. Liberada de la representación, la repetición ya no es la manifestación múltiple de lo general sino el singular insustituible que sólo puede ser repetido. El libro se detiene de forma exhaustiva en rastrear el origen y la historia de la representación. En este sentido, Platón se convierte en uno de los interlocutores esenciales, pero también las extensiones de la filosofía moderna, en especial Kant. De esta revisión genealógica de los conceptos vertebradores de la historia de la filosofía occidental extrae el autor un pensamiento itinerante, nómada, desasosegante, a partir del cual no nos queda más remedio que transitar sobre el mismo tránsito. De nada sirve resistirse. La lectura de Deleuze, como la de Nietzsche, es inevitable."