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Editoriales argentinas: el viaje inverso

Por Carlos Alfieri 1 de abril de 2007

Publicado en ABC - ABCD

"En los últimos años, los grandes grupos editoriales españoles o con fuerte presencia en la Península prosiguieron su expansión en el mundo de nuestra lengua con la adquisición de los más importantes sellos editoriales argentinos. Así, por ejemplo, Planeta absorbió a Emecé o Random House Mondadori a Sudamericana, la editorial que hace exactamente 40 años daba a conocer la obra mayor de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. No era otra cosa que la tendencia común a todos los sectores de la economía, por la cual se produce una implacable concentración del poder en pocas manos a través de la absorción de pequeñas y medianas empresas por parte de otras cada vez más gigantes. Sin embargo, el ámbito editorial es muy peculiar, y si dentro y fuera de España se registra ese proceso, también se da el opuesto: el florecimiento de innumerables pequeñas firmas editoras independientes por cada una que es comprada por un poderoso conglomerado. Se trata de iniciativas arriesgadas, a veces temerarias, casi siempre movidas por una buena dosis de romanticismo; muchas quedarán en el camino, sin duda, pero otras tal vez logren consolidarse y crecer. Un fenómeno novísimo. Si podemos llamar viaje natural al que han realizado los grandes grupos editoriales españoles al implantarse en Argentina, tendremos que denominar viaje inverso a un novísimo, extraño fenómeno que se ha registrado en los tiempos recientes: la llegada a España de algunas pequeñas editoriales argentinas dispuestas a extender sus actividades a estas tierras. Dos de estas firmas recién instaladas pueden dar cuenta del proceso. Son Amorrortu Editores y Katz Editores; ambas poseen puntos en común y otros que las diferencian. Comparten la dedicación al ensayo en la órbita de las llamadas ciencias humanas y unos catálogos de notable calidad; divergen en sus edades, por ejemplo: Amorrortu fue fundada en Buenos Aires en 1967, consagrada fundamentalmente al psicoanálisis (su buque insignia, precisamente, ha sido la traducción directa del alemán, a cargo de José Luis Etcheverry, de las Obras Completas de Sigmund Freud), y Katz nació apenas en 2006. Es la obra del argentino Alejandro Katz, quien durante dos decenios fue editor del mexicano Fondo de Cultura Económica. Dilatada prehistoria. Amorrortu, que ya lleva editados en el país rioplatense 550 títulos, tiene una prehistoria más dilatada aún: Sebastián de Amorrortu tuvo una imprenta en el País Vasco y emigró a Argentina a principios del siglo XX; en Buenos Aires volvió a crear unos talleres gráficos que llegarían a ser muy importantes y de los que se ocuparon las generaciones siguientes. Uno de sus nietos, Horacio M. de Amorrortu, fundó la editorial, de la que su hija Agustina es ahora la directora. ¿Qué estrategia ha guiado a estas editoriales al dar este paso? ¿Ha sido excesivo el esfuerzo o perfectamente calculado? Alejandro Katz comienza por formular una aclaración: «Katz editores -dice- no nació como un sello argentino que en cierto momento de su historia decide extender su actividad a España, sino como una editorial cuya vocación es estar presente, desde el inicio mismo, en todo el espacio del idioma español. Hemos comenzado a actuar simultáneamente en Argentina, España, Colombia y México, y contamos con oficinas en Buenos Aires y Madrid». El editor reconoce que para una empresa nueva y pequeña como es la suya, la implantación simultánea en varios países constituyó un gran esfuerzo, pero se declara complacido con la hospitalidad que le brindaron lectores, libreros y periodistas. Agustina de Amorrortu, por su parte, recuerda que los libros de su editorial siempre se comercializaron en España, pero que para reforzar su presencia en este país decidieron crear una estructura empresarial específica -Amorrortu Editores España-, cuyo objetivo es «desarrollar un plan de publicaciones que siguiendo las líneas de la editorial responda también a las necesidades propias del mercado local, que es distinto del latinoamericano». Katz, en cambio, asume una posición radicalmente opuesta. Afirma que «nuestro catálogo es uno solo para todos los países; no hemos contratado hasta el presente, y no creo que lo hagamos en el futuro, obras que sólo sean pertinentes en algún mercado. Queremos ser una empresa global en el mercado del idioma español». Un estudio difundido recientemente constata que en el transcurso de 2005 alrededor de 900 editoriales paralizaron su actividad en España, lapso durante el cual nacieron 241 nuevos sellos, mientras que un total de 3.396 editoriales publicaron libros. ¿No desalientan estos datos a los editores argentinos? Katz admite que se trata de datos preocupantes, pero no hasta el punto de desalentarlo: «Nuestras expectativas son ambiciosas desde el punto de vista del catálogo -asevera-, pero son modestas en cuanto a la parte del mercado español que aspiramos a ocupar. Confiamos en poder encontrar ese pequeño sitio en él y pasar a ser la editorial 3.397 por muchos años». Amorrortu destaca que «lo determinante, más que las cifras, son las líneas de publicación en las que una editorial pueda desarrollarse». ¿Piensan entonces que la especialidad de ambos sellos, el ensayo, es el ámbito más propicio para penetrar en el mercado hispano? «Si no el ámbito más propicio, es el que nos compete -resume Amorrortu-, pero de todas formas, hay en España un mercado para el ensayo y las ciencias humanas y sociales.» Katz, que confiesa tener como modelos a emular editoriales europeas como Bollati Boringhieri, Suhrkamp o la Taurus de sus orígenes, cree que «independientemente del segmento en que actúe una editorial, sus ventajas competitivas están dadas por la coherencia de su catálogo, la calidad de las ediciones y las capacidades con las que cuente para relacionarse con sus lectores». Escepticismo y esperanza. Es sabido que en las décadas de 1940, 1950 y parte de la de 1960, la industria editorial argentina gozó de un formidable auge en el mundo de habla castellana; ¿serán éstos los primeros indicios de que puede comenzar a recuperar la proyección internacional con que contaba? Agustina de Amorrortu se muestra algo escéptica, aunque mantiene la esperanza de que la recuperación del mercado interno argentino facilite el salto de las editoriales más allá de sus fronteras; Alejandro Katz no lo cree, en primer lugar porque considera que la mayor parte de la edición argentina actual está excesivamente centrada en lo local, pero, además, porque «aun si hubiera una vocación de expansión internacional, las condiciones objetivas no la favorecerían: inestabilidades y desequilibrios macroeconómicos, erráticas políticas públicas, oligopolios del papel, precariedad -con excepciones- de la industria gráfica. . .» Este último punto parece ser desmentido por la impecable factura material de los libros de Katz Editores, que se imprimen, al igual que los de Amorrortu, en Argentina. Katz precisa: «Nuestros libros están impresos en Argentina, sobre papel español y con máquinas alemanas. Buscamos la mejor ecuación entre calidad y coste, y, por el momento, el transporte no daña nuestra competitividad». Ambas editoriales albergan en sus catálogos a autores de primera línea, muchos de los cuales han marcado el tono del pensamiento contemporáneo. En Amorrortu se codean Gilles Deleuze (Diferencia y repetición), Max Horkheimer (Teoría Crítica), Theodor Adorno (Consignas), Gaston Bachelard (La filosofía del no), Roberto Esposito (Communitas. Origen y destino de la comunidad) o Jean Baudrillard (El complot del arte). En Katz se encuentran Michel de Certeau (La debilidad de creer), Leo Strauss (La ciudad y el hombre), Harry Frankfurt (La importancia de lo que nos preocupa), Roger Chartier (Inscribir y borrar) o el mismo Roberto Esposito (Categorías de lo impolítico). Éxitos de ventas. Con sus pocos meses de vida, Katz Editores ha logrado ya éxitos de ventas inesperados (dentro de un segmento minoritario en el que las tiradas normales se sitúan entre 2.000 y 3.000 ejemplares), como el libro de John Dupré El legado de Darwin, que agotó su primera edición en muy poco tiempo, o el debate entre Michel Foucault y Noam Chomsky (La naturaleza humana. Justicia versus poder), que agotó velozmente una edición de 4.000 ejemplares. Katz se propone editar durante 2007 unos 40 títulos, y entiende que es la mínima cantidad anual de novedades para «tener existencia, ser visible y conformar un catálogo consistente». Concibe su editorial como «un espacio de diálogo entre culturas intelectuales y académicas diversas, entre variadas y plurales tradiciones de pensamiento y como un sitio de intercambios críticos y de encuentros y cruces entre disciplinas, modos y estilos del saber». Amorrortu, que publica alrededor de 25 novedades y 40 reimpresiones al año, asienta su filosofía editorial en «el profundo deseo de colaborar en la difusión del trabajo intelectual teniendo como premisas la calidad de los textos y el aporte que éstos puedan hacer al ámbito cultural de habla hispana». Su directora piensa que «la globalización favorece convergencias y disidencias, pero al proponer un espacio común permite nuevos puntos de encuentro entre los lectores en general». Refirmando esta visión optimista, Alejandro Katz sostiene que «hace 30 años, los puntos en común entre los intelectuales de España, Argentina y México eran escasos. Hoy, por el contrario, el nivel de intercambio e interacción es extraordinariamente alto»."

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