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El retorno de lo real

1 de junio de 2002

Publicado en Clarín - Suplemento de Cultura

"P: En su libro Crítica de la información, usted afirma que los flujos de comunicación son formas ""post-simbólicas"". ¿Quiere decir esto que la era de la información es también la época de un ""retorno de lo real"", como dice Slavoj Zizek? R: Sí, se podría hablar de un retorno de lo real: también Toni Negri y Michael Hardt afirman que el Imperio implica un retorno a la política de lo real. Con la globalización y la informatización, lo simbólico —lo nacional, las ideologías— está fragmentado, fracturado. La actual crisis de repesentación política es un ejemplo. Lo que adviene así es una vuelta a lo real. P: Pero, ¿no es que lo real se nos escapa todo el tiempo, porque sólo accedemos a su imagen mediada? R: Sí, en un sentido. Pero también sucede que antes teníamos un universo simbólico: ideologías, relatos, formas narrativas más o menos estables que implicaban un tiempo para la reflexión. Pero la sociedad de la información tiene que ver con signos, impulsos, tecnologías, no con memoria ni símbolos: la brutalidad de la mediatización, la irreflexividad a que nos obliga, es pura realidad. Los reality shows no son representación, sino presentación. Es el éxtasis de la comunicación, diría Baudrillard. Y en cierto modo es lo que Bataille llamaba el derroche, el exceso de lo real. P: En el coloquio sobre Simmel usted dijo que estamos asistiendo a un regreso del vitalismo, de una nueva ""filosofía de la vida"". ¿Qué significa esto? R: El vitalismo está de regreso: una señal es el éxito del libro Imperio, de Negri y Hardt, pero también lo vemos en Bruno Latour, Ulrich Beck y Niklas Luhman, tres de los más grandes sociólogos contemporáneos. Ellos trabajan con las tres bases del vitalismo actual: primero, las nociones de flujo, movimiento, devenir, desterritorialización, deriva. Segundo, la no linealidad de los sistemas, la auto-organización. Tercero, el fin del dualismo, de la ""diferencia ontológica"" entre instituciones, personas, máquinas, que da paso al monismo de la auto-legislación del actual sujeto reflexivo. La sociología es cada vez más vitalista: está menos interesada en la causalidad externa de los hechos que en la auto-causación, la incertidumbre y los efectos no deseados de la auto-organización. P: ¿El vitalismo reemplaza al humanismo? R: El vitalismo reemplaza dos cosas: al mecanicismo newtoniano, el paradigma de la linealidad y los sistemas cerrados, y a las metanarrativas, a los relatos que explican el mundo a partir de un una idea trascendente, un fin que está fuera del sistema, como el cristianismo o la utopía marxista o en definitiva el humanismo. P: ¿Cuáles son los peligros de este retorno del vitalismo? R: Por un lado, el vitalismo permite empezar a pensar en lo no humano y lo inhumano en una forma positiva, y ese es un modo interesante de pensar la era de la información. Pero sí, hay un peligro: no estoy seguro de si el vitalismo es compatible con alguna noción de memoria. El vitalismo es la defensa de la vida, y su objetivo es ""más vida"", auto-reproducción. Ahora bien, creo que además de esa ""fuga hacia adelante"", la identidad colectiva y la memoria son fundamentales. Y no estoy completamente seguro de que podamos tener una noción de memoria sin tener al mismo tiempo una noción de trascendencia. ¿Podremos crear un monismo consistente, sin un fin trascendente, y al mismo tiempo manteniendo la memoria?"

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