Publicado en El faro de las letras
"No es la primera vez que en estas páginas comentamos la obra de Jean-Luc Nancy (Burdeos, 1940). Autor prolífico donde los haya, de un tiempo a esta parte está siendo traducido al castellano con una celeridad y profusión sorprendentes, sobre todo gracias a la labor de editoriales como Amorrortu, cuya colección ""Nómadas"" está sacando a la luz una sede de textos pequeños pero imprescindibles del pensamiento avanzado de la contemporaneidad Pensamiento del que Nancy es, sin duda, uno de los máximos representantes. Como se ha sugerido en más de una ocasión, estamos ante el último de los grandes pensadores franceses contemporáneos Tras la muerte de Derrida, proba sea el único representante de ese pensar característicamente francés, evolucionado a través de la experiencia del psicoanálisis, el Postestructuralismo y las revueltas del sesenta y ocho. Su obra ha transitado por tomas fundamentales del pensamiento contemporáneo si bien hay dos cuestiones clave que emergen en casi todos sus textos: la negación del tacto en la cultura occidental y la necesidad de buscar un nuevo sentido para la comunidad, una experiencia de lo común, del ser-con. Esto es: la imposibilidad de ser si no es ser-con-el-otro, pues el ser humano es esencialmente un ser que, desde el principio, en la identificación con los arquetipos, se construye gracias a la comunidad, a la experiencia del otro. Ser humano significa, pues, ser-con. En los últimos años, la obra de Nancy ha derivado hacia cuestiones que, en principio, no eran centrales en su pensamiento tradicional, como el retrato, el desnudo o la cuestión del arte. Temas siempre tratados en ensayos mínimos que por lo general no llegan a las cien páginas y que son siempre pequeñas joyas para el lector. En esta evolución de¡ pensamiento de Nancy, su obra se acerca cada vez más a la literatura pura, pues parece que poco a poco los temas se convierten en meras excusas para el desarrollo de la escritura en sí y de una estructura de pensamiento que se autoafirma en cada región. Este es caso de “Tumba de sueño”, un pequeño regalo donde el pensador francés vuelve a sorprendemos con una escritura impecable que se acerca a una cuestión que por lo general ha sido puesta de lado en el pensamiento occidental el sueño. La filosofía siempre ha entendido el sueño como un paréntesis de la razón. De hecho, se podría entender la filosofía como un “pensamiento de la vigilia"", del momento en el que nos encontramos alertas. El sueño, en cambio, se ha visto como un tiempo negativo, un momento de ausencia del ser. En este libro, sin embargo, Nancy otorga una importancia decisiva al sueño, lugar en el que, si se observa con detenimiento, se conjugan prácticamente todos los anhelos del pensamiento de la vigilia. En primer lugar, el sueño, es el lugar en el que ser se vuelve ""sí mismo"", un lugar de ensimismamiento donde ser se encuentra con su propio yo. En el momento en el que uno despierte, vuelve a estar partido en dos, el lugar en el que está y el lugar en el que desea estar la partición del ser-con, del ser de la alteridad. En el sueño, sin embargo, tiene lugar la plenitud del Uno que sólo sobrevendrá en la muerte. Por eso el sueño, de algún modo, adelanta la experiencia de la muerte. De ahí el título del libro: “Tumba de sueño"". El sueño es una suspensión de la vida entendida como un ser-con, y, en ese sentido, introduce otro modelo de experiencia que es necesario tener en cuenta. Aunque no seamos conscientes de ello, el proceso de dormirse y despertase es un proceso de adecuación constante, del ser-con al ser-en-sí, y del ser-en-sí al ser-con. Un proceso de muerte y resurrección que, sin embargo, hemos naturalizado. Nancy valora la experiencia del sueño y del despertar como algo necesario en nuestros días, concediendo especial atención a la tarea del “adormecimiento”, ese momento de transición que es el momento en el que uno se hace consciente de sí mismo. Es ahí cuando la lucidez y el sueño son una misma cosa, cuando el ser-con del mundo, y el ser-en-sí-mismo del ser se dan la mano, cuando, en definitiva, el otro y el uno se unen en un lugar común. En un momento como el presente, donde cada vez más la sociedad camina hacia la somnolencia, pensar el sueño (o pensar desde el sueño) probablemente sea una de las tareas más fructíferas que uno pueda imaginar."