Publicado en La Nación
"El sábado 16 de noviembre de 1980, Pierre Etienne, médico de la Escuela Normal Superior, internó en el Hospital de Sainte-Anne, al filósofo Louis Althusser. El célebre autor de Para leer El Capital y Escritos sobre el psicoanálisis acababa de estrangular a su esposa. ""El fallo emitido por el juez Joly el 23 de enero de 1981 -recuerda Gérard Pommier en Louis de la Nada - indicó que Louis Althusser había sido internado en más de veinte establecimientos psiquiátricos tras haber dado signos de psicosis maníaco-depresiva ya desde su cautiverio en Alemania (durante la Segunda Guerra Mundial). El pensador que sostuvo con tanto rigor la tesis de una ""historia sin sujeto"" acabaría sus días cautivo de un acto declarado ""sin sujeto"" en nombre de la ley."" Con este acento dramático y cautivante a la vez, inicia Pommier su exhaustiva indagación. Hábil navegante, surca con probidad a lo largo de trescientos páginas, las aguas turbulentas de la melancolía de Althusser. Paso a paso, su libro desbroza el dilema que tan hondamente lo convoca: no la contradicción sino la interpenetración entre razón y sinrazón, interpenetración tanto más enigmática si se toma en cuenta el consenso ganado por la obra escrita de este hombre declarado clínicamente insano, al punto de que no se lo hizo responsable del crimen que había cometido. Pommier nos recuerda que Althusser propone ""una historia sin sujeto, lo cual a su vez permite pensar a un Louis de la Nada que, sin embargo, estampa su firma en movimientos decisivos del pensamiento del siglo XX"". Así, Althusser se perfila como un ser desvelado por la sed de anonadamiento, de autoaniquilación y, en esa medida, como alquien que, en definitiva, busca excluirse del devenir mediante la negación de su propia presencia, mediante la abolición de su singularidad. Para imaginarlo, acaso baste con evocar la ferocidad de Cronos suprimiendo a su padre Urano y devorando, tal como Goya lo vio, a sus hijos. En tal sentido, propone Pommier, Althusser efectúa una interpretación ""sintomática"" de Marx, ""en una especie de reabsorción del padre en sí mismo"". El psicoanalista francés remarca la incidencia de los fantasmas de Althusser en su escritura, incidencia que el filósofo reconoció e indagó, pues le interesó vivamente comprender de qué manera se articulaba su delirio, del cual era víctima, con la más alta invención conceptual, de la cual era autor. ¿Cómo cuaja, se preguntaba él, ""la investidura ambivalente del objeto fantasmático [...] en la realidad objetiva, mejor aún, cómo puede haber, en este encuentro, un cuajar, como se dice de la mayonesa o del hielo que cuajan [...]"". Contra todo lo que quisiera creer el sentido común en su afán por escapar a la complejidad de las cosas, Althusser no escribió filosofía entre los tormentosos períodos en los que la locura lo azotó. No fue creador en horas de sosiego, entre la bruma de un brote y otro, entre una y otra internación. Por el contrario: compuso desde el interior de su delirio y fue estando a merced de su propia desmesura que buscó la lógica de la historia, empeñándose a la vez en aprehender el nexo ""entre sus pensamientos delirantes y lo real"". Por eso a Pommier le importa interrogar la relación entre la psicosis maníaco-depresiva de Althusser y los aspectos sintomáticos que de ella evidencian sus relatos filosóficos. Con emoción, con lucidez, el autor va en pos de la trama secreta que hilvana esa vida terriblemente desventurada con esa filosofía, sólida y sombría, que busca el fundamento de la acción histórica en el anonimato del sujeto. ¿Logra Pommier lo que se propone? Ciertamente. Louis de la Nada es un libro convincente. La precisión elocutiva y la sensibilidad con que en él se efectúa el despliegue argumental de la tesis son innegables. El aliento conjetural de muchos momentos de la exposición embellece, con su cautela y su osadía simultáneas, las hipótesis propuestas, dando forma a una lectura apasionante para todo aquel que ame la poesía del pensamiento. Con su investigación sobre Althusser como melancólico, Pommier contribuye a evidenciar el enriquecimiento del psicoanálisis a partir del intercambio multidisciplinario al que supo abrirse. Asimismo, permite advertir hasta qué punto se ha afianzado el derecho del psicoanálisis a verse reconocido como uno de los aportes decisivos que recibió la cultura de nuestro tiempo."