Publicado en La torre del Virrey- Revista de estudios culturales
"Los artículos que aparecen en este texto se publicaron por separado entre 1941 y 1948; conjuntamente vieron la luz en 1952. Se podría decir que su planificación constituye la continuación del trabajo que Leo Strauss había empezado con Philosophie und Gesetz en el año 1935. Es decir, se trataba de poder realizar una correcta interpretación de la figura de Maimónides, que siempre sería esencial en la obra de Strauss. Aquí se abordan tres textos fundamentales de la historia de la filosofía. También se añade el artículo que da título al libro, precedido de una introducción. Estos dos últimos son clave de lectura straussiana. Los tres autores estudiados en los otros tres artículos son Maimónides, Halevi y Spinoza. Sus textos: La Guía de Perplejos, El Cuzarí y el Tratado teológico-político. Recientemente se ha sabido que la idea que manejaba Strauss era considerar esencial la filosofía de Alfarabi para la comprensión de Maimónides y Halevi, por lo que tuvo el proyecto de añadir al libro un artículo titulado ‘Farabi´s Treatise on Plato’s Philosophy’,1 que finalmente no se incluyó con ese título en la edición de 1952. Por otro lado, se considera que estos artículos pueden ser el legado de su etapa en la New School of Social Research de Nueva York, justo antes de comenzar su triunfal estancia en Chicago. ‘Persecución y arte de escribir’, el artículo que da título al texto original de Leo Strauss, ya tuvo una primera edición y traducción en España a cargo de Antonio Lastra, en 1996. Aquel proyecto tenía carácter de antología y reunía algunos textos que habían quedado fuera de las ediciones oficiales publicadas tanto en vida de Strauss como póstumamente. Ahora puede ser un complemento adecuado para la lectura de esta nueva traducción que aquí se presenta. Como ella, la edición de Lastra también llevaba por título genérico Persecución y arte de escribir y otros ensayos de filosofía política2lo que muestra, bien a las claras, la importancia que el editor atribuía al mencionado artículo dentro de la obra completa de Leo Strauss. El contexto de todos los títulos incluidos en Persecution and the Art of Writting no es otro que la situación en que el totalitarismo de mediados de siglo XX había colocado a la libertad de pensamiento. Una mirada retrospectiva, pensó Strauss, permitiría encontrar una manera de expresión escrita que se habría cultivado durante muchos y distintos siglos por los clásicos. Lo que presuponía, de entrada, la libertad individual y el pensamiento libre al margen de las circunstancias dadas (fueran éstas las que fueran). Por eso no es de extrañar la admiración y la necesidad que Strauss sentía por el verdadero aliento de libertad que encontró siempre en la figura de Maimónides. Más allá de su condición judía, se trataba —sin duda— de encontrar un eje que ejemplificara un sólido espíritu libre dentro de la sociedad política, que por su propia naturaleza —y más allá de la clase de régimen político que gobierne—, tiende a cercenar la posibilidad misma del pensamiento libre, de la filosofía al fin. Por no abandonar la figura de Maimónides —sobre la que pivota todo el libro— para Strauss no se trataría tanto de encontrar los orígenes de la filosofía misma, ni siquiera cuál sea la filosofía más adecuada en cada momento, cuanto de su expresión. Qué línea deba ser trazada para unir unos autores a otros requeriría, por tanto, la posibilidad de un paréntesis en la historia de las ideas, de un espacio fuera del tiempo, en el que almas gemelas pudiesen haber dejado fluir un pensamiento que se hubiera hecho, por tanto, eterno aunque casi inaccesible. Para ello se requiere un arte que tenga que ver con la escritura. Sólo los libros desafían al tiempo de una manera parecida a como lo hacen las ideas mismas. Maimónides logró introducir en ese pretendido mundo, universo, eternidad o arte —si así quiere seguírsele llamando— uno de esos libros. Por lo que para Strauss podría estar en cuestión, incluso, cuál fuera la influencia bíblica de Moisés y la tradición veterotestamentaria en La Guía de Perplejos y eso no cambiaría sustancialmente las cosas. Si la ley es dada y, a la vez, puede ser difundida proféticamente se explicaría por qué Strauss consideró la posibilidad de incluir a un filósofo islamista como Alfarabi en el libro. Tal vez, también, porqué rehusó finalmente a incluirlo en Persecución y arte de escribir. Qué espinoso asunto pueda requerir la mayor de las artes literarias es algo que apela al doble plano del poder. El temporal nunca asustará al hombre más allá de su propia generación: un nietzscheano ni siquiera se preocupará por ser esclavo de una generación concreta; no parece que Strauss pudiera sentir más miedo por haberle tocado vivir la época de los totalitarismos tecnificados —por tanto los más atroces, en principio— que si hubiera vivido, pongamos por caso, en la Francia revolucionaria. En el supuesto del otro poder, la cosa cambia. Y explica el interés y el deleite con el que Strauss se aproximó a la filosofía medieval, también a la islámica. Por ejemplo, cabe preguntarse en qué medida considerara a Maimónides un averroísta y pusiese un silencio expresivo ante la inefable presencia conjunta, en la mente del hombre, de las ideas de totalidad e infinito. Entonces habría que separar la teología de la filosofía, pero también nos veríamos tentados a no considerar conjuntamente al universo y la eternidad. Si además nos atreviéramos a pensar en nuestro destino individual desligado de su relación con la supervivencia de nuestras almas habríamos encontrado la clave de lectura que nos es requerida tantas veces en la historia del pensamiento. Una clave a la que, sin embargo, nuestros propios miedos —más que los de los autores estudiados— nos impiden considerar lícita. En cualquier caso, gracias a Dios, el misterio no termina nunca por desaparecer. Todas estas cuestiones permiten distinguir a los hombres. Desde luego, no por su lugar de nacimiento, según Strauss. Esa comunidad que los clásicos llamaron la Isla de los Bienaventurados se da por supuesta en toda su obra: en Persecución y arte de escribir tiene una presencia deslumbradora. Porque preguntarse qué es la filosofía no es más que tenerse que enfrentar a la relación entre la filosofía y la vida social o política. Sin duda, todos sabemos el significado de filosofía: Strauss nos avisa al comienzo de su artículo sobre El Cuzarí: “[Pero ese significado lo sabemos] de forma tácita o expresa, correcta o errónea”. Por eso es indispensable el derecho natural: porque vivimos junto a la filosofía y vivimos en la ciudad. Y vivir es el presupuesto inexcusable. Tendemos a pensar que existe una justicia que lo es por naturaleza y con carácter previo. La cuestión del derecho natural —la posible conjunción vital del pensamiento individual y la vida social— se convertiría entonces no ya en la pregunta acerca de la existencia, sino en la pregunta acerca del modo concreto de existencia. Por eso el derecho natural se mantiene indispensable pero se hace, ahora, polémico. Entran en liza las convenciones aristotélicas, universales por virtud de una razón común a todos los hombres, frente a los dictados que la razón misma llega a convertir en acciones concretas —y, posiblemente, distintas entre sí—, con lo que la propia racionalidad del derecho natural elimina su carácter de universalidad. No mucho más debe decirse sobre este tema en una reseña. Baste añadir que el filósofo y la ciudad inundan las páginas de este libro, como las de toda la obra de Strauss, y que éste siempre antepuso la ilustración medieval a la Ilustración Moderna. Por eso Spinoza —tal vez el último filósofo medieval— cierra el libro; por eso Strauss, a punto de morir, escribió a su amigo Scholem sin haber olvidado a Averroes: moriatur anima mea mortem philosophorum.3 Antonio Ferrer 1 Leo Strauss, Jewish Philosophy and the Crisis of Modernity. Essays and Lectures in Modern Jewish Thought, ed. Kenneth Hart Green, State University of New York Press, Albany, 1997, pp. 467-470 2 Leo Strauss, Persecución y arte de escribir y otros ensayos de filosofía política, ed. Antonio Lastra, Alfons el Magànim, Valencia, 1996. 3 Leo Strauss, Gershom Scholem, Correspondencia, 1933-1973, ed. Javier Alcoriza y Antonio Lastra, Pre-Textos, Valencia, 2009, pp. 147-148."