Publicado en Diario Clarín - Suplemento Ñ
"La biopolítica es el modo de pensar la política como administración (cuidado, control) de la vida: en lugar de enfrentarse con sujetos de derecho, la biopolítica se enfrenta con cuerpos (con ""vida""), en una relación fundamentalmente mediada por las ""tecnologías de la vida"". ¿Por qué estudiar cuestiones de la Argentina actual en términos de biopolítica? Uno de los temas centrales de la problemática biopolítica es la conversión de la misma en su opuesto, la tanatopolítica: las políticas supuestamente protectoras de la vida tienden a convertirse en políticas de muerte. Esto que analiza Roberto Esposito en Immunitas, Communitas y Bios, mostrando cómo la sociedad moderna genera mecanismos inmunizadores para su propia protección. En nuestro país, la dictadura militar se ocupó de ilustrarnos acerca del modo en que la vida de los ciudadanos puede ser administrada y sacrificada en pos de la supuesta defensa de la sociedad. Los cuerpos puestos a disposición de torturadores (y apropiadores) no son sólo el motivo más evidente: el hecho de que otros ciudadanos consideraran que debían participar en este proceso, callando o delatando, la creencia de que ""la sociedad se salvaba"" si ciertos elementos de la misma eran exterminados, está mentando un patrón de procesos de inmunización que la biopolítica impulsa para la ""preservación de la salud"" del resto del tejido social. Hoy la problemática de la (in)seguridad es un motivo reiterado en los discursos preelectorales. La necesidad de la defensa de la vida de los ciudadanos genera imaginarios que prometen políticas de muerte alentadas por la misma ciudadanía que, ante la tan mentada crisis del Estado de derecho, considera que es necesario aplicar ""mano dura"" para salvar las deficiencias del Estado. En el medio, niños desnutridos o que deben trabajar desde edades impensables, jóvenes cuyas vidas se desmoronan en una cadena de necesidad?miseria?droga?más necesidad?delito?cárcel. Otro ámbito a considerar desde el punto de vista biopolítico es el de la animalidad, y la administración de la ""carne para el sacrificio"" habitual de la sociedad occidental. Los métodos de cría y faenaje de los animales para consumo humano —en un país ""ganadero""— no representan un elemento accesorio ante la problemática del sacrificio de los cuerpos humanos en tantos ámbitos: la definición de ""vida"" del viviente atañe tanto al viviente animal como al humano. La biopolítica puede pensarse más allá de la necesidad del Estado que ""administra"" la vida. Muerto el Estado, sus sombras, como diría Nietzsche, siguen poblando nuestras existencias. Es necesario reconocer esas sombras (a veces en organizaciones aparentemente inocuas o incluso ""humanitarias"") para estar atentos a que los conceptos devienen y se transforman, y que esas transformaciones, de algún modo, sajan la carne y sacrifican la vida de los vivientes, sean humanos, sean animales."