Publicado en La Nación - ADN Cultura
"Tras una determinada filosofía que, de la mano de Nietzsche, arrasó con los valores, se podría decir que hubo un cambio en la relación del hombre con las reglas que rigen su conducta; cuestiones como la ética y la moral parecerían haber quedado despojadas de mérito. En Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad, Judith Butler expone, precisamente, lo contrario: además de reivindicar una moral aggiornada a cada contexto social, demuestra la importancia de la ética en la conformación del ser humano. Butler es uno de los referentes más influyentes en el campo de los estudios de género. Inspiradora de la teoría queer -en la que se afirma que la orientación sexual es resultado de una construcción social-, en El género en disputa y Cuerpos que importan, dos de sus libros, la filósofa despliega gran parte de sus ideas acerca del carácter performativo de la sexualidad. En Dar cuenta de sí mismo retoma otro de sus temas: la ética. La estructura del libro se erige sobre una pregunta: ¿cómo se puede dar cuenta de uno mismo? En prolífico diálogo con distintos pensadores contemporáneos como Adorno, Foucault, Levinas y Laplanche, la filósofa irá elaborando una respuesta satisfactoriamente fértil para un terreno tan enmarañado y árido como el ""yo"". En concordancia con el interrogante principal, el ensayo aborda distintos temas relacionados entre sí: la agencia, la responsabilidad y la primacía del otro. El primer capítulo comienza con un tópico no menor: la violencia que puede llegar a infringir la ética sobre un sujeto cuando no toma en cuenta las condiciones sociales. En el segundo capítulo, la autora se zambulle de lleno en el psicoanálisis; allí se ocupa de los límites que impone el inconsciente a la reconstrucción narrativa de la vida. Este apartado despeja las dudas acerca de porqué nadie puede sobrevivir sin un mínimo grado de reconocimiento, aun cuando no sea el esperable. Con la ayuda de Foucault, en el tercer y último capítulo, Butler observa que la ética surge en los límites de la inteligibilidad: a partir de la premisa de que todo sujeto es opaco para sí mismo, el relato del prójimo se vuelve indispensable para iluminar su propia narración, y así poder completarla. Tal condición de incompletud implica que la moral no acarrea como única función la de dirigir la conducta sino que, gracias a los parámetros de reconocimiento que la ética brinda, posibilita el encuentro entre un ""Tu"" y un ""Yo"". Butler comprueba con sagacidad que, lejos de constituir un enemigo, la moral puede ser una aliada, tal vez incluso indispensable, para que cada uno ""dé cuenta de sí mismo""."