«Mi criatura ideal», le escribía Freud a Fliess en 1896, con referencia a la jovencísima metapsicología. Quince años después de La interpretación de los sueños, la criatura se aprestaba a convertirse en un «sistema psicoanalítico». De esa síntesis provisoria quedan cinco artículos de los doce previstos, escritos a comienzos de 1915; a ellos se suma el esbozo de un sistema («Sinopsis de las neurosis de transferencia»), descubierto en 1983. Cinco textos fundamentales que redefinen los conceptos de pulsión, represión e inconsciente, y presentan otros nuevos. Cuando Lou Andreas-Salomé le pregunta en 1919, en qué anda su metapsicología, Freud le responde: «No está escrita». En realidad, la metapsicología debe siempre reescribirse, y su objeto -el inconsciente-, siempre refundarse.